Por: Antonio Márquez Allison. Voluntario Honorario Decimocuarta Compañía.
Un domingo de febrero al atardecer conversaba con mi amigo Guillermo Villouta, distinguido voluntario de la 5a. compañía y apasionado de la Historia, y surgió entre otros el nombre de Juan Tomás Smith, quien fuera el primer tesorero general del Cuerpo de Bomberos de Santiago. Y su pregunta, entendible por lo demás, fue: “¿tú conoces el segundo apellido del señor Smith?” a lo que respondí “no tengo idea” “¿Cómo lo podemos averiguar?” y empezó la odisea de internet, árboles genealógicos, apareció de pronto una familia Smith del Campo, y rastreando por las ramas del histórico árbol llegamos a una señora llamada Buenaventura del Campo, madre de los tres Smith del Campo, hasta que averiguamos que había casado con un señor Smith Lawerenson, fallecido en 1882. ¡Por fin aparecía el segundo apellido ¡Lawerenson! ya que míster Smith, nuestro míster Smith, también había fallecido en 1882.
Teníamos el segundo apellido. Ahora, había que verificar dónde estaba su tumba.
El miércoles siguiente, Guillermo Villouta me pasaba a buscar a mi casa a las 10:30 y partíamos al cementerio en su auto (verde, como corresponde a un quintino que se precie de tal). La reunión debía terminar a más tardar a las 4, porque yo tenía otra reunión a las 4 de la tarde.
Averiguando llegamos hasta una oficina de informaciones donde nos atendió un amable señor Parra-Aguirre, y nos dedicamos a buscar los libros del año 1882, hasta que apareció el bueno de míster Smith, con su segundo apellido Lawerenson, y donde figuraba sepultado en el patio de disidentes tumba 247, que tenía 74 años y que había sido enterrado con 1a. categoría, es decir, con carroza negra y percherones negros con gualdrapas negras. El patio de disidentes correspondía a lo que se conoce como el patio histórico, siendo los disidentes aquellos que no profesaban la religión católica.
Y partimos a buscar el patio aquel, que se nos indicó quedaba frente a la capilla. Al pasar por el lugar santo, Guillermo me señaló que la campana de la capilla había sido del Templo de la Compañía, a la que saqué foto, porque llevé mi cámara para registrar la peregrinación
Comenzamos a buscar la tumba en el sector llamado “histórico”, pero la maleza, los árboles crecidos sobre las tumbas, las lápidas destrozadas por los terremotos y los años, hacía muy complicada la búsqueda. Además, las numeraciones (donde quedaba alguna) parecían no tener lógica. Llevábamos unos quince minutos cuando me puse a razonar, buscando esa lógica extraviada. Miré el número aún visible de una tumba, y era la 321. Y fui revisando una a una, siendo la primera la de Gumecindo Claro y Cruz, hermano del fundador del Cuerpo José Luis Claro. Avancé unos pasos hacia el norte en busca de otras tumbas con número y luego de raspar con el pie una lápida gris cubierta de musgo seco, apareció el 341. Teníamos la primera pista. Bajé hacia el oriente a la siguiente hilera de tumbas, y avancé hasta el inicio. Eran las marcadas con los números 200. Paso a paso, raspando algunas, revisando otras más visibles, llegué a una reja rectangular, llena de malezas y sin lápida. Sentí que esa era, pero tenía que seguir. Miré la del lado, también con reja, y que mostraba un raquítico pero frondoso árbol y malezas en altura. No había posibilidad de leer su escondida lápida vertical, por lo que metí la cabeza entre las ramas y me acerqué lo más que pude a la sombreada lápida. “Smith”, Y abajo, casi invisible, el número 247.
“¡Guillermo. La encontré!”
Me sentí cual Schliemann en la tumba de Agamenón.
Saqué las fotos correspondientes y sentí que habíamos rendido un homenaje de reconocimiento a un hombre que forjó una institución y que hoy lo mantiene en el más absoluto olvido. Será bueno avisarle a la 8a. para que vayan a la tumba y le echen una “amonanadita”. ¿Quién fue realmente Juan Tomás Smith? Seguro que se llamaba John Thomas Smith Lawerenson, que había nacido en Inglaterra, que había llegado a Chile y que, presumiblemente era contador, como mi abuelo gringo, porque fue nombrado Tesorero General el día de la fundación del Cuerpo, y se mantuvo en el cargo por largos años hasta 1879. En las memorias del Cuerpo de Bomberos aparece como miembro del Directorio, sin compañía, pero en la 8a. aparece como voluntario. Seguramente en Chile conoció a doña Buenaventura del Campo con la que se casó y tuvo hijos. Y hasta ahí llega la información. De su rostro queda el cuadro del primer directorio pintado por Lemoine.
Nos despedimos de míster Smith, sintiendo la emoción de haber cumplido la silenciosa como anónima misión. Seguramente míster Smith sonrió por un instante.-