hospitalidadEl sábado 12 de febrero de este año, al iniciarse una tarde calurosa propia de estas temporadas, se procedía a dar la Alarma de Incendio en calles San Alfonso y Antofagasta, al existir fuego en escuela. Como siempre, el Material Mayor del Cuerpo de Bomberos de Santiago se dirigía raudo al lugar. Incluido los Oficiales Generales de la Institución.

Uno de ellos, el Cuarto Comandante Subrrogante, Daniel Alarcón, (Capitán de la Octava Compañía del CBS), llegaba en sus propios medios y se estacionaba detrás de la camioneta K-2, dando la llegada al lugar. Como correspondía, el 4º Comandante (S) procedía a uniformarse –por cierto con el nuevo uniforme normado de la Institución- para ingresar al área del Incendio y proceder a realizar sus tareas de mando.

De improviso, se le acercó un señor, un ciudadano sencillo, que al observar que el Oficial se uniformaba en la calle, procedió, gentilmente, a invitarlo a pasar al living de su casa para que allí, más seguro y cómodo, pudiera alistarse para la emergencia. El Cuarto Comandante (S) aceptó el amable gesto, con una dosis de sorpresa e incertidumbre porque esos gestos no son ya frecuentes, como en el pasado, en que vecinos y ciudadanos prestaban todo tipo de atenciones a los bomberos.

Aumentó el asombro del bombero cuando el dueño de casa le dijo que, sin que tuviera que preocuparse, podía dejar su ropa en aquella casa y luego volver a cambiarse, para que no tuviera que ocuparse de eso en la vereda o algún otro sitio incómodo. Así que Daniel Alarcón dejó su ropa y sus pertenencias en esa anónima vivienda, confiando en la hospitalidad de aquella familia.

Terminado el Incendio, el 4º Comandante (S) se dirigió a esa casa donde los anfitriones le ofrecieron que se aseara en el baño y se pudiera cambiar de ropa en un lugar seguro y cómodo, quitándose el uniforme y colocándose las ropas de civil. El Oficial se sintió trasladado a los viejos tiempos en que la comunidad hacia esos gestos de nobleza y confianza hacia los bomberos en innumerables oportunidades.

Por supuesto, no había palabras para agradecer ese humilde y sencillo apoyo dado por una familia chilena a ese bombero, preocupándose de que pudiera estar en la alarma en las mejores condiciones y luego retornar a su hogar debidamente aseado y cambiado. El Cuarto Comandante (S), Daniel Alarcón, comenta que “me fui con una muy grata sensación de pensar que todavía existen personas como ellos, como esa familia, en este mundo tan frío e impersonal y redoblando mis ganas de seguir sirviendo con mayor ahínco y entusiasmo en nuestra noble causa del bombero voluntario”.

Fue como viajar hacia atrás en la máquina del tiempo. Pero no. Se pueden encontrar hoy personas que dan esa ayuda necesaria y desinteresada a los bomberos, sobre todo cuando concurren a un Incendio.

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