Uno de ellos, el Cuarto Comandante Subrrogante, Daniel Alarcón, (Capitán de la Octava Compañía del CBS), llegaba en sus propios medios y se estacionaba detrás de la camioneta K-2, dando la llegada al lugar. Como correspondía, el 4º Comandante (S) procedía a uniformarse –por cierto con el nuevo uniforme normado de la Institución- para ingresar al área del Incendio y proceder a realizar sus tareas de mando.
De improviso, se le acercó un señor, un ciudadano sencillo, que al observar que el Oficial se uniformaba en la calle, procedió, gentilmente, a invitarlo a pasar al living de su casa para que allí, más seguro y cómodo, pudiera alistarse para la emergencia. El Cuarto Comandante (S) aceptó el amable gesto, con una dosis de sorpresa e incertidumbre porque esos gestos no son ya frecuentes, como en el pasado, en que vecinos y ciudadanos prestaban todo tipo de atenciones a los bomberos.
Aumentó el asombro del bombero cuando el dueño de casa le dijo que, sin que tuviera que preocuparse, podía dejar su ropa en aquella casa y luego volver a cambiarse, para que no tuviera que ocuparse de eso en la vereda o algún otro sitio incómodo. Así que Daniel Alarcón dejó su ropa y sus pertenencias en esa anónima vivienda, confiando en la hospitalidad de aquella familia.
Terminado el Incendio, el 4º Comandante (S) se dirigió a esa casa donde los anfitriones le ofrecieron que se aseara en el baño y se pudiera cambiar de ropa en un lugar seguro y cómodo, quitándose el uniforme y colocándose las ropas de civil. El Oficial se sintió trasladado a los viejos tiempos en que la comunidad hacia esos gestos de nobleza y confianza hacia los bomberos en innumerables oportunidades.
Por supuesto, no había palabras para agradecer ese humilde y sencillo apoyo dado por una familia chilena a ese bombero, preocupándose de que pudiera estar en la alarma en las mejores condiciones y luego retornar a su hogar debidamente aseado y cambiado. El Cuarto Comandante (S), Daniel Alarcón, comenta que “me fui con una muy grata sensación de pensar que todavía existen personas como ellos, como esa familia, en este mundo tan frío e impersonal y redoblando mis ganas de seguir sirviendo con mayor ahínco y entusiasmo en nuestra noble causa del bombero voluntario”.
Fue como viajar hacia atrás en la máquina del tiempo. Pero no. Se pueden encontrar hoy personas que dan esa ayuda necesaria y desinteresada a los bomberos, sobre todo cuando concurren a un Incendio.