romeriafredes20130009a20:00 horas del 4 de julio del 2013. Forma la Octava Compañía, “La Unión es Fuerza”, del Cuerpo de Bomberos de Santiago. Inicio de la Romería en honor del Mártir Enrique Fredes Zúñiga, fallecido en un día como ese el año 1915 a consecuencia de severas heridas sufridas en Incendio en calles San Diego y Alonso Ovalle.

La ceremonia de homenaje al Primer Mártir octavino incluyó concurrencia en formación (Uniforme de Trabajo con pantalón blanco) al Mausoleo Institucional del CBS en el Cementerio General, portando las tradicionales antorchas. Luego, concurrencia a la esquina donde se produjo el siniestro donde combatió Enrique Fredes Zúñiga, también con antrochas. En ambos lugares, colocación de ofrenda floral.

En la Romería hizo uso de la palabra el Consejero de Disciplina y ex Capitán, Oscar Gúmera Ponce quien recordó que “a las cuatro horas del 4 de julio de 1915 falleció Don Enrique Fredes Zúñiga a causa de heridas sufridas en el combate del Incendio en calle San Diego y Alonso Ovalle. A la edad de 41 años. Había ingresado a la Octava el 22 de octubre de 1913. Tenía 1 año y 8 meses de servicio”.

En sus palabras, el Consejero de Disciplina recordó el discurso pronunciado por el entonces Secretario de la Compañía, Guillermo Smith, al despedir los restos de Fredes Zúñiga:

“Joven, alegre, lleno de vida y de fe en el porvenir, llegó hace poco en demanda de un puesto de trabajo en nuestras filas, trayendo como honroso bagaje bomberil magnífica Hoja de Servicios anteriores de los Cuerpos de Bomberos de Linares y Mariluan, del último de los cuales fue uno de sus fundadores y primer Capitán.

“Desde los primeros momentos se rebeló en él al magnífico Voluntario y le vimos siempre risueño y tesonero reclamar para sí los puestos de mayor trabajo y peligro.

“Llegó el primero y quiso ser también el último en retirarse. Se había ya dado la orden de recoger el material, pues se consideraba ya todo peligro conjurado; pero el Ángel de la Gloria y del Martiruo batía sus alas y entre los demás buscaba a su predilecto.

“Fredes ve que aun hay fuego que puede ser peligroso para más tarde y reclama de su jefe el permiso de concluir la tarea; se le otorga, y sonriente, despreciando el cansancio y la fatiga, vuelve a reanudar su trabajo en unión de los Voluntarios Miguel González y Emiliano López.

“Empuñando vigorosamente el hacha, Fredes continúa su labor y da algunos golpes más…repentinamente sobreviene un ruido sordo, aterrante, surge un  vivo resplandor de claridad…¡Es la tumba de un Mártir que se abre, con los claros destellos de la gloria!

“En un segundo piso, un muro se ha derrumbado y en su caída arrastra a esos tres hombres que ofrendaban su propia vida por salvar intereses ajenos. De entre los escombros logran salir, aunque contusos, los Voluntarios González y López, desorientados, aturdidos por el golpe; pero recuerdan que eran tres los que bajaban, falta por consiguiente uno, se le busca, remueven las ruinas y entre ellas se encuentra a Fredes, moribundo, ensangrentado; ha sufrido por algunos momentos los tormentos del fuego, pero aun vivo y aun empuñando nerviosamente el hacha. Sus heridas y quemaduras son graves; el primer diagnóstico fue fatal. Pero esa naturaleza robusta reacciona y aun sobrevive dos días a su martirio…”

“Querido compañero contempla en estos momentos a este puñado de hombres que forman la Octava con le pecho oprimido por los crueles sollozos del dolor que les causa tu muerte y con los ojos preñados con las más amargas lágrimas lloran tu infortunio y acepta, querido compañero, como humilde y último tributo de nuestra admiración y cariño, la promesa que te hacemos de guardar perdurablemente  vivo y venerado tu nombre y tu recuerdo, y perdona, si egoístas somos, sólo queremos despojarnos de una parte de tu gloria en beneficio del Cuerpo conservando la mayor parte para esta Compañía, que tuvo la suerte de contarte entre los suyos”.

 

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