Una Tradición que Arde con Fuego Propio

Crónica de una jornada de historia viva y compañerismo en la Octava Compañía de Bomberos

En una tarde de esas que huelen a historia, a café compartido y a anécdotas bien contadas, el pasado sábado 29 de marzo, el cuartel de la Octava Compañía de Bomberos se transformó en algo más que su habitual centro de operaciones: fue escenario de un encuentro cargado de memoria, afecto y camaradería.

Con la cálida recepción de nuestro Director Jorge Abadia —que ofició de anfitrión como quien sabe que cada visitante trae consigo décadas de servicio y compromiso— se celebró una nueva edición de la Peña de los 50 años “Hernán Figueroa Anguita”, una verdadera institución dentro de la institución.

Más que una Peña: una hermandad con historia

No es una simple reunión. La Peña de los 50 años es el punto de encuentro de aquellos voluntarios que, tras medio siglo de entrega, siguen siendo parte viva del cuerpo. Un espacio donde las historias de incendios memorables se cruzan con las risas por las bromas de antaño, y donde cada apretón de manos encierra un respeto profundo y silencioso.

En esta ocasión, y como parte central de la jornada, se realizó la elección de la nueva directiva. Por votación unánime —que en este grupo habla más de confianza que de protocolo— fue electo como nuevo presidente don Patricio Labarca, voluntario de la 13ª Compañía. Él asume la posta de don Próspero Bisquertt Zavala, histórico miembro de la 1ª Compañía y Director Honorario de la Institución.

Ambos nombres no solo representan compañías distintas: encarnan generaciones, estilos y visiones que, lejos de chocar, se funden en el mismo fuego de la vocación bomberil.

Después de los votos, la mesa: el otro lenguaje del compañerismo

Tras la elección, vino lo que muchos consideran el verdadero corazón del encuentro: el tiempo de compartir. Cócteles, almuerzo especialmente preparado y ese aire de sobremesa donde las palabras fluyen como si no hubieran pasado los años.

Ahí, entre platos, brindis y abrazos, se notaba una energía que no se mide en edad, sino en historias acumuladas y cariño mutuo. Porque cuando alguien ha pasado media vida con botas puestas y al servicio del otro, no hay nada más natural que sentirse en familia.

Inspiración que no se apaga

Para quienes hoy visten el uniforme por primera vez, o para quienes aún recorren sus primeros años en la Compañía, estos encuentros son más que simbólicos: son lecciones vivas. La Peña representa un recordatorio de que el compromiso no se retira. Que el fuego que mueve a un bombero no depende del turno, sino del corazón.

Desde la Octava, nos sentimos orgullosos de haber sido anfitriones de este grupo entrañable, y de ver cómo la tradición sigue viva, cómo el compañerismo trasciende generaciones y cómo, en el fondo, el verdadero servicio se mide también en recuerdos compartidos y afectos que no se extinguen.

Porque honrar la historia no es solo mirar hacia atrás, sino mantenerla viva en cada acto.
Y en esta Peña, como cada año, el fuego del espíritu bomberil sigue encendido.